La manta espacial adaptativa permite a los usuarios regular su temperatura estirando la manta para permitir que escape el calor.

Beneficios

  • Ligeros
  • Costo reducido
  • Durable

Aplicaciones

  • Textiles
  • Electrónica
  • Equipo de campamento
  • Ropa
  • Edificios comerciales y residenciales

El Desafío

Las mantas espaciales se encuentran en una variedad de lugares, incluido el espacio exterior, las carreras de maratón y los botiquines de primeros auxilios. Están hechos de una lámina delgada de plástico, que es un material estático que no puede adaptarse a las condiciones cambiantes. Esto dificulta la regulación eficaz de la temperatura corporal.

Detalles de la innovación

La manta espacial se inspiró en la forma en que los calamares y otros cefalópodos pueden alterar el color y la textura de su piel para mezclarse con su entorno. Lo hacen ajustando diminutos sacos llamados cromatóforos en su piel, que contienen . De manera similar, la manta espacial contiene diminutas 'islas' de metal. En estado relajado, las islas se agrupan y el material refleja y atrapa el calor, como una manta espacial tradicional. Cuando el material se estira, las islas se separan, permitiendo que la radiación infrarroja pase y escape el calor. Se puede estirar y devolver a su estado original miles de veces.

Imagen: Steve Zylius / UCI / Copyright © - Todos los derechos reservados

Alon Gorodetsky, profesor asociado de ingeniería química y biomolecular de la UCI, y Erica Leung, estudiante de posgrado de la UCI, con un prototipo de manta espacial. Foto: Steve Zylius/Universidad de California Irvine.

Modelo biologico

Los cefalópodos, como los calamares y las sepias, a menudo usan camuflaje adaptativo para mezclarse con su entorno. Son capaces de hacer coincidir los colores y las texturas de la superficie de los entornos que los rodean ajustando el pigmento y la iridiscencia de su piel. En la superficie de la piel, los cromatóforos (pequeños sacos llenos de pigmento rojo, amarillo o marrón) absorben luz de varias longitudes de onda. Una vez que se procesa la información visual, el cefalópodo envía una señal a una fibra nerviosa, que está conectada a un músculo. Ese músculo se relaja y se contrae para cambiar el tamaño y la forma del cromatóforo. Cada cromatóforo de color está controlado por un nervio diferente, y cuando el músculo adjunto se contrae, aplana y estira el saco de pigmento hacia afuera, expandiendo el color en la piel. Cuando ese músculo se relaja, el cromatóforo se vuelve a cerrar y el color desaparece. Hasta doscientos de estos pueden llenar un parche de piel del tamaño de un borrador de lápiz.