La manta espacial adaptativa permite a los usuarios regular su temperatura estirando la manta para permitir que escape el calor.
Beneficios
- Ligeros
- Costo reducido
- Durable
Aplicaciones
- Textiles
- Electrónica
- Equipo de campamento
- Ropa
- Edificios comerciales y residenciales
El Desafío
Las mantas espaciales se encuentran en una variedad de lugares, incluido el espacio exterior, las carreras de maratón y los botiquines de primeros auxilios. Están hechos de una lámina delgada de plástico, que es un material estático que no puede adaptarse a las condiciones cambiantes. Esto dificulta la regulación eficaz de la temperatura corporal.
Detalles de la innovación
La manta espacial se inspiró en la forma en que los calamares y otros cefalópodos pueden alterar el color y la textura de su piel para mezclarse con su entorno. Lo hacen ajustando diminutos sacos llamados cromatóforos en su piel, que contienen . De manera similar, la manta espacial contiene diminutas 'islas' de metal. En estado relajado, las islas se agrupan y el material refleja y atrapa el calor, como una manta espacial tradicional. Cuando el material se estira, las islas se separan, permitiendo que la radiación infrarroja pase y escape el calor. Se puede estirar y devolver a su estado original miles de veces.
Modelo biologico
Los cefalópodos, como los calamares y las sepias, a menudo usan camuflaje adaptativo para mezclarse con su entorno. Son capaces de hacer coincidir los colores y las texturas de la superficie de los entornos que los rodean ajustando el pigmento y la iridiscencia de su piel. En la superficie de la piel, los cromatóforos (pequeños sacos llenos de pigmento rojo, amarillo o marrón) absorben luz de varias longitudes de onda. Una vez que se procesa la información visual, el cefalópodo envía una señal a una fibra nerviosa, que está conectada a un músculo. Ese músculo se relaja y se contrae para cambiar el tamaño y la forma del cromatóforo. Cada cromatóforo de color está controlado por un nervio diferente, y cuando el músculo adjunto se contrae, aplana y estira el saco de pigmento hacia afuera, expandiendo el color en la piel. Cuando ese músculo se relaja, el cromatóforo se vuelve a cerrar y el color desaparece. Hasta doscientos de estos pueden llenar un parche de piel del tamaño de un borrador de lápiz.