Responder a las señales
Para interactuar con su entorno, un sistema vivo no solo debe sentir una variedad de señales, sino también responder a ellas. Para ser eficientes en energía y materiales, esas respuestas deben ser apropiadas para la señal. Por lo general, esto requiere umbrales de detección para desencadenar un nivel adecuado de respuesta (por ejemplo, esconderse debajo de un arbusto en lugar de huir para evitar a un depredador). Las estrategias de respuesta están vinculadas a una señal específica y, a menudo, tienen un umbral de respuesta, que determina qué tan fuerte debe ser una señal para garantizar el gasto de energía para responder. Un ejemplo es una planta que vive en regiones áridas de Sudáfrica. Sus cápsulas de semillas permanecen cerradas hasta que la lluvia hace que se abran para liberar las semillas. Pero la planta solo responde a una segunda lluvia, protegiéndose así contra la liberación de sus semillas antes de que haya suficiente agua para que crezcan.
Conciencia del cuerpo sensorial
A veces, es importante que los organismos sean conscientes de los movimientos de su cuerpo, dónde están ellos y las partes de su cuerpo en relación con los objetos u organismos que los rodean, y las señales internas que indican cómo se sienten físicamente (como hambre o malestar). Esto es más complicado que simplemente sentir el tacto o el dolor; requiere ser consciente de las posiciones y sensaciones internas reuniendo y procesando muchas señales simultáneamente. Por ejemplo, un buitre en vuelo debe captar muchas señales internas y externas para ser consciente y mantener su posición en el aire. Estas señales pueden incluir su sentido interno del equilibrio, señales visuales y cómo se sienten las corrientes de aire en sus alas, cara y otras plumas.
Sentido Equilibrio/Orientación
Los sistemas vivos deben maniobrar, permanecer en posición, detectar diferencias de peso y encontrar dirección. Esto a menudo requiere más que señales visuales, por lo que los sistemas vivos tienen estrategias para detectar el equilibrio y la orientación a partir de señales tanto internas como externas. Una vez que se detecta el equilibrio o la orientación, los sistemas vivos deben hacer los ajustes necesarios para mantener la posición y la dirección. Por ejemplo, las babosas marinas utilizan mecanismos neuronales para detectarse y alinearse en ángulo con el eje magnético norte-sur de la Tierra.
Modificar Posición
Muchos recursos que los sistemas vivos requieren para sobrevivir y reproducirse cambian constantemente en cantidad, calidad y ubicación. Lo mismo ocurre con las amenazas a las que se enfrentan los sistemas vivos. Como resultado, los sistemas vivos tienen estrategias para mantener el acceso a recursos cambiantes y para evitar amenazas cambiantes ajustando su ubicación u orientación. Algunos sistemas vivos modifican su posición moviéndose de un lugar a otro. Para aquellos que no pueden cambiar de ubicación, como los árboles, modifican la posición moviéndose en el lugar. Un ejemplo de un organismo que hace ambas cosas es el camaleón. Esta criatura puede moverse de un lugar a otro para encontrar comida o escapar de los depredadores. Pero también puede permanecer en un lugar y girar los ojos para proporcionar una vista de 360 grados para que pueda cazar sin asustar a su presa.
Modificar velocidad
Modificar la velocidad o la magnitud de la velocidad es importante para algunos sistemas vivos porque les permite controlar su movimiento para acceder a los recursos, escapar de los depredadores y más. Modificar la velocidad requiere no solo vencer la inercia, sino también minimizar la energía necesaria para realizar el cambio. Por lo tanto, los sistemas vivos tienen estrategias para cambiar con seguridad de rápido a lento o de lento a rápido. Un ejemplo es un ave llamada martín pescador, que agiliza su cuerpo y sus plumas para pasar rápidamente de flotar sobre el agua a sumergirse en el aire y sumergirse en el agua. Una vez en el agua, el martín pescador reduce la velocidad extendiendo las alas para evitar sumergirse demasiado profundo.