Adjuntar permanentemente
Un sistema vivo puede conservar energía uniéndose permanentemente a un sitio en particular porque puede aprovechar los recursos que se le presenten, en lugar de gastar energía para moverse hacia los recursos. Un apego permanente, destinado a durar toda la vida del sistema vivo, crea desafíos especiales. Por ejemplo, los mecanismos físicos, como el ancla que sostiene un alga marina en el fondo del océano, deben ser capaces de resistir las fuerzas que pueden sacarla de su sustrato. Los mecanismos químicos, como el pegamento de un percebe, deben evitar la descomposición tanto física como química, como ser disueltos por el agua.
Administrar corte
El efecto del esfuerzo cortante en un sistema vivo es el deslizamiento de superficies internas paralelas entre sí. El deslizamiento ocurre en paralelo con la fuerza. Piense en sostener dos tablas de madera una encima de la otra y deslizar una hacia la derecha y la otra hacia la izquierda. Esto puede ser fácil hasta que agregue pegamento, lo que aumenta su resistencia al corte y los hace más difíciles o imposibles de deslizar. El cizallamiento puede ocurrir en sólidos, líquidos y gases. Los sistemas vivos deben aumentar su resistencia al corte para superar este tipo de fuerzas. Por ejemplo, los escarabajos oscuros juntan sus alas en vuelo para evitar el movimiento lateral usando muchos pelos pequeños en cada ala. Estos pelos se entrelazan para proporcionar resistencia al corte, del mismo modo que sería difícil deslizar dos cepillos de pelo juntos.
Gestionar la turbulencia
Una fuerza turbulenta ocurre cuando el aire o el agua crean un movimiento caótico o irregular. La fuente puede ser cosas como el viento, las olas y los remolinos causados por obstrucciones al flujo de aire o agua (como el creado por una roca en un arroyo). Debido a que la fuerza es irregular, actúa de manera impredecible en múltiples partes de un sistema vivo en un momento dado, disminuyendo la eficiencia del sistema vivo. Las estrategias utilizadas para manejar la turbulencia incluyen amortiguar la cantidad de turbulencia, tener flexibilidad para manejar cambios repentinos y hacer ajustes rápidos. Un ejemplo es la mucosidad de los organismos acuáticos, como los tiburones barracuda, que pueden reducir la fricción turbulenta del agua de mar en un 66 %. Al hacerlo, disminuye la resistencia y aumenta la eficiencia de natación de los tiburones.