Mover en/sobre sólidos
Para obtener los recursos necesarios o escapar de los depredadores, algunos sistemas vivos deben moverse sobre sustancias sólidas, algunos deben moverse dentro de ellas y otros deben hacer ambas cosas. Los sólidos varían en su forma; pueden ser suaves o porosos como las hojas, la arena, la piel y la nieve, o duros como la roca, el hielo o la corteza de los árboles. El movimiento puede involucrar a todo un sistema vivo, como un avestruz corriendo por el suelo o una lombriz de tierra excavando en el suelo. También puede involucrar solo una parte de un sistema vivo, como un mosquito que introduce sus piezas bucales en la piel. Los sólidos varían en suavidad, pegajosidad, contenido de humedad, densidad, etc., cada uno de los cuales presenta diferentes desafíos. Como resultado, los sistemas vivos tienen adaptaciones para enfrentar uno y, a veces, múltiples desafíos. Por ejemplo, algunos insectos deben ser capaces de agarrarse a superficies de hojas ásperas y resbaladizas debido a la diversidad de su entorno.
Modificar Posición
Muchos recursos que los sistemas vivos requieren para sobrevivir y reproducirse cambian constantemente en cantidad, calidad y ubicación. Lo mismo ocurre con las amenazas a las que se enfrentan los sistemas vivos. Como resultado, los sistemas vivos tienen estrategias para mantener el acceso a recursos cambiantes y para evitar amenazas cambiantes ajustando su ubicación u orientación. Algunos sistemas vivos modifican su posición moviéndose de un lugar a otro. Para aquellos que no pueden cambiar de ubicación, como los árboles, modifican la posición moviéndose en el lugar. Un ejemplo de un organismo que hace ambas cosas es el camaleón. Esta criatura puede moverse de un lugar a otro para encontrar comida o escapar de los depredadores. Pero también puede permanecer en un lugar y girar los ojos para proporcionar una vista de 360 grados para que pueda cazar sin asustar a su presa.