Las “casas” de mucosidad del larváceo gigante le permiten filtrar el agua de mar y retener carbono en el océano de forma más eficiente que otros zooplancton.
Introducción
Las pequeñas criaturas oceánicas llamadas larváceos gigantes solo son “gigantes” en comparación con sus parientes. Nuevos estudios muestran cómo estos extraños invertebrados tienen la mayor capacidad de filtrar agua de mar que cualquier otro zooplancton, por lo que cumplen un rol importante en retener el carbono y prevenir que este llegue a la atmósfera.
El zooplancton (del griego “animales a la deriva”) generalmente son organismos microscópicos acuáticos que se alimentan de fitoplancton (“plantas a la deriva”). Los larváceos son criaturas simples, compuestas por una cabeza (o tronco) y una cola, parecidos a un renacuajo.
La estrategia
Lo que no es simple son sus estructuras alimenticias: complejos filtros llamados “casas” hechos de mucosidad que se extienden más allá del cuerpo. Para la mayoría de las especies de larváceos de tan solo 2-8mm milímetros, estas “casas” pueden medir de 4 a 38 milímetros (hasta 1.5 pulgadas) en diámetro. Pero para los gigantes de la familia, como el Bathochordaeus visto aquí de 3 a 10 centímetros (de 1 a 4 pulgadas), las estructuras filtrantes pueden llegar a medir un metro (39 pulgadas) de ancho. Estas estructuras permiten a los larváceos gigantes filtrar eficientemente el agua de mar para buscar pequeños alimentos. Las anchas partes externas de malla filtran cualquier cosa que sea muy grande para el consumo, y los filtros internos canalizan las partículas de comida a la boca por medio de un tubo. Todo está impulsado por el movimiento constante de la cola del animal, que dirige el agua hacia dentro y a través de la casa.

Como todo filtro, la casa del larváceo gigante eventualmente queda obstruida con las partículas. Cuando esto ocurre casi una vez al día, el animal lo desecha. Es ahí cuando se evidencia que la especie contribuye a la retención de carbono.
Como estructuras orgánicas, las casas están llenas de nutrientes, principalmente de carbono. Una vez que las casas se desechan, se hunden en el fondo del mar. Aquí el carbono permanece secuestrado, y no puede volver a la atmósfera por miles o millones de años. Como los filtros de los larváceos son relativamente grandes y pesados, se hunden más rápidamente que otras partículas orgánicas más pequeñas, teniendo así menos tiempo para degradarse en la parte más superficial del océano desde donde el carbono podría entrar más fácilmente a la atmósfera como CO2.
Las posibilidades
Entender cómo los larváceos gigantes construyen filtros tan eficientes, y cómo lo hacen con tanta rapidez, es un área de estudio prometedora. A medida que aumenta nuestro conocimiento, estas increíbles estructuras podrían inspirar diseños para nuevos filtros y estructuras expandibles, y podrían incluso abrir las puertas para una exploración espacial o marina más fácil o sostenida.