La piel de los calderones resiste a los microorganismos gracias a poros microscópicos y nanocrestas, rodeadas de un gel enzimático secretado que desnaturaliza las proteínas y los hidratos de carbono.

“Christoph Baum y un equipo de la Escuela de Medicina Veterinaria de Hanover en Alemania han descubierto que la piel de una ballena piloto tiene una nanoestructura especializada que detiene la acumulación de organismos microscópicos como las larvas de percebes. Planean imitar la idea en una pintura antiincrustante. Baum y su equipo examinaron muestras liofilizadas de piel de calderón bajo un microscopio electrónico de barrido criogénico. Descubrieron una superficie formada por diminutos poros de 0.1 micrómetros de diámetro rodeados de "nanocrestas" elevadas. Entre las crestas hay un gel similar al caucho que contiene enzimas que desnaturalizan las proteínas y los carbohidratos. El gel, que sale de los espacios entre las células de la piel, se repone a medida que la ballena muda su piel. Baum cree que los organismos como las bacterias y las diatomeas tienen problemas para adherirse a los bordes de las crestas, lo que proporciona poco agarre. Y si intentan aferrarse al gel, las enzimas los atacarán. Sin estos pioneros, las criaturas más grandes, como las larvas de crustáceos o moluscos, tienen dificultades para colonizar la piel de la ballena. El grupo tiene la intención de patentar una versión de la piel de la ballena piloto como una alternativa más ecológica a las pinturas antiincrustantes existentes. Para copiar la piel, Baum planea usar una variedad de materiales biodegradables”. (Cortesía del Gremio de Biomímesis)

Última actualización de mayo 7, 2020