Las alas de la libélula están revestidas con sensores que ayudan al insecto a navegar utilizando información sobre el flujo de aire y la tensión del ala.

Nada, ni dragón ni mosca, vuela como una libélula. Estas delicadas criaturas tienen un doble juego de alas que les permite bailar por el aire con una agilidad increíble. Lo que es aún más sorprendente es que las propias alas ayudan en el control, gracias a una serie de sensores que brindan información sobre el flujo de aire y la tensión del ala.

La estrategia

Cada ala de libélula está revestida con una serie de sensores que ayudan al insecto a navegar utilizando información sobre el flujo de aire y la tensión del ala. Los sensores están repartidos por toda la envergadura del ala y están conectados al sistema nervioso. Los axones de los sensores de las alas se escalan para compensar las latencias de transmisión.

La libélula utiliza la información recopilada por los sensores para navegar en su entorno. Los sensores ayudan a la libélula a evitar obstáculos, encontrar presas y aparearse.

Las posibilidades

La capacidad de la libélula para usar la información recopilada por una red de sensores para navegar en su entorno podría usarse para mejorar nuestra capacidad de hacer lo mismo. La matriz de sensores podría usarse para monitorear el estado estructural y aerodinámico de una aeronave o para controlar un vehículo terrestre. La matriz de sensores también podría usarse para detectar movimiento más allá del rango de visión.

También apunta a la enorme oportunidad para una nueva generación de sensores en todos los sectores. La infraestructura, los textiles y la agricultura podrían beneficiarse de la aplicación de sensores biológicos o inspirados en la biología. La libélula muestra cómo podría hacerse.

Última actualización 20 de diciembre de 2022