Responder a las señales
Para interactuar con su entorno, un sistema vivo no solo debe sentir una variedad de señales, sino también responder a ellas. Para ser eficientes en energía y materiales, esas respuestas deben ser apropiadas para la señal. Por lo general, esto requiere umbrales de detección para desencadenar un nivel adecuado de respuesta (por ejemplo, esconderse debajo de un arbusto en lugar de huir para evitar a un depredador). Las estrategias de respuesta están vinculadas a una señal específica y, a menudo, tienen un umbral de respuesta, que determina qué tan fuerte debe ser una señal para garantizar el gasto de energía para responder. Un ejemplo es una planta que vive en regiones áridas de Sudáfrica. Sus cápsulas de semillas permanecen cerradas hasta que la lluvia hace que se abran para liberar las semillas. Pero la planta solo responde a una segunda lluvia, protegiéndose así contra la liberación de sus semillas antes de que haya suficiente agua para que crezcan.
Diferenciar señal de ruido
El entorno que rodea a cualquier sistema vivo está lleno de señales, como olores, sonidos, electricidad, magnetismo y más. Demasiadas señales a la vez pueden ser abrumadoras, lo que dificulta la localización y reacción ante una señal en particular. Para abordar esto, los sistemas vivos deben diferenciar entre todas las señales, o "ruido", para que puedan concentrarse en las que realmente necesitan. Durante la temporada de apareamiento, por ejemplo, las ranas macho se juntan en grandes grupos para llamar a las hembras. A pesar de su abrumador ruido colectivo, las hembras son capaces de encontrar a un macho en particular cuya llamada le resulte atractiva. Esto se debe a que los machos usan llamadas desincronizadas, lo que permite el reconocimiento individual.
Mantener la homeostasis
Cuando un sistema vivo está en homeostasis, significa que las condiciones internas son estables y relativamente constantes. Por ejemplo, la temperatura interna de un ser humano es de aproximadamente 37 grados Celsius (98.6 grados Fahrenheit) a menos que haya una enfermedad. El cuerpo humano mantiene esta temperatura a pesar de la temperatura ambiente externa. Sin embargo, como ocurre con todos los procesos fisiológicos, mantener la homeostasis requiere comunicación y coordinación. Entonces, los sistemas vivos tienen formas de detectar cambios de la norma, mecanismos para provocar un ajuste y conexiones de retroalimentación negativa entre los dos. Un lagarto del desierto llamado monstruo de Gila ofrece un buen ejemplo de mantenimiento de la homeostasis. El lagarto pasa de comer comidas copiosas a ayunar durante largos períodos de tiempo. Para mantener sus niveles de azúcar en la sangre a un nivel constante, cuando la comida escasea, su sistema endocrino libera una hormona que eleva sus niveles de azúcar en la sangre.