Las estructuras únicas dan a los peces la capacidad de adherirse tenazmente a una variedad de superficies bajo el agua.
Introducción
Cuando un tiburón blanco acelera por el océano, el movimiento de su cola no sólo sirve para impulsarse a sí mismo, sino también a unos peces pequeños aferrados a su vientre, moviéndose varias veces la longitud del cuerpo de sus pequeños cuerpos. Estos pasajeros se llaman rémoras, y su viaje en el tiburón hace que gasten muy poca de su propia energía a medida que son transportados de festín en festín.
Las rémoras se alimentan de los desperdicios de las comidas que cazan sus anfitriones, además de alimentarse de los parásitos en la piel de estos. Este servicio de desparasitación las hace beneficiosas para los cazadores. Estos “viajes” también les otorgan a las rémoras la oportunidad de reproducirse, ya que un buen anfitrión es un buen lugar para encontrar pareja.
Todo este ajetreo requiere que las rémoras puedan afirmarse firme y eficazmente, pero también necesitan separarse a voluntad para comer, aparearse y otras actividades. ¿Cómo lo hacen?
La estrategia
La habilidad de la rémora de pegarse a cosas proviene de una estructura de discos de succión ubicados en la parte superior de su cabeza plana. La parte exterior del disco tiene un tejido ovalado, suave y carnoso. Este borde hace contacto con la superficie de un huésped y comienza a crear un sello impermeable. El agua se bombea desde la cavidad interior para crear una diferencia de presión dentro y fuera del sello. La alta presión de agua de afuera presiona aún más sobre el sello. Esa es la succión que mantiene a la rémora en su lugar.
Pero un análisis más profundo nos revela un rasgo adicional. Justo debajo de la superficie del tejido hay una capa llena de una densa fibra de colágeno, una que es fuerte y elástica. Estas fibras se comprimen con facilidad, pero resisten el estiramiento y ruptura. Estas propiedades ayudan a mantener el sello firmemente en su lugar cuando el anfitrión de la rémora acelera o cambia de dirección repentinamente.
El interior del disco está cubierto de 10 a 30 capas delgadas y planas de tejido, alineadas en dos columnas de filas paralelas, como remos en un barco romano o como las rugosidades en nuestro paladar. A estas capas se les llama laminuillas, y las rémoras pueden alzarlas para hacer más contacto con su anfitrión y mejorar la succión.
Las laminillas están repletas de muchas filas de estructuras minerales erizadas llamadas espínulas, cada una algunos milímetros de alto. Las rémoras posicionan sus laminillas para que las espínulas se adhieran a las pequeñas ranuras en la superficie del huésped. Esto genera una fricción que previene el deslizamiento. Las espínulas tienen puntas variadas, aumentando la probabilidad de que al menos algunas serán aptas para poder agarrarse a la superficie indicada en ese momento.
La liberación de las laminillas le permite a las rémoras despegarse cuando y donde quieran.
Las posibilidades
Los pescadores en los trópicos ya usan esta habilidad de succión. Atrapan y atan a rémoras que luego ponen en el agua cerca de presas más grandes. Cuando las rémoras se adhieren, los pescadores las arrastran a ambas juntas.
Aparte de ese uso directo, la estructura de los discos de succión de las rémoras ofrece un modelo soñado para la ingeniería: cómo diseñar algo que se adhiera de forma fácil, confiable y reversible, especialmente en el agua. Más investigación sobre los discos de las rémoras podría dar lugar a nuevas tecnologías y adhesivos no-tóxicos, impermeables y fáciles de remover que puedan usarse en la construcción, textiles, equipo de excursionismo y empaques de bebidas, por ejemplo.
Las científicas y los científicos ya han diseñado robots submarinos inspirados por las rémoras que les permiten agarrarse de algo de forma eficaz, reduciendo así la demanda energética y alargando el tiempo que pueden permanecer bajo el agua. Se podrían crear dispositivos parecidos para etiquetar a animales marinos de forma benigna, y así observarlos para fomentar nuestro conocimiento sobre el océano.
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Las científicas y los científicos han diseñado robots submarinos inspirados por las rémoras que les permiten agarrarse de algo de forma eficaz, reduciendo así la demanda energética y alargando el tiempo que pueden permanecer bajo el agua.