Prevenir la deformación
Cuando un sistema vivo se somete a compresión, tensión, corte, flexión o torsión, sus fuerzas intermoleculares internas a menudo pueden resistir estas fuerzas e incluso cambiar de forma temporalmente, volviendo a la forma original cuando las fuerzas cesan. Sin embargo, si la fuerza es demasiado fuerte o dura demasiado, puede ocurrir una deformación permanente o una falla estructural que provoque la muerte. Por lo tanto, los sistemas vivos tienen estrategias para resistir la deformación o ayudar a garantizar una deformación limitada. Por ejemplo, los huesos tienen cristales delgados y fibras proteínicas que brindan fuerza y flexibilidad, protegiéndolos de las fuerzas que, de otro modo, causarían deformación en el día a día.
Gestionar el desgaste mecánico
Un sistema vivo está sujeto a desgaste mecánico cuando dos partes se frotan entre sí o cuando el sistema vivo entra en contacto con componentes abrasivos en su entorno, como arena o coral. Algunos componentes abrasivos son una fuerza constante, como el movimiento de las articulaciones de los dedos, mientras que otros ocurren con poca frecuencia, como una tormenta de arena que se desplaza por un desierto. Los sistemas vivos se protegen del desgaste mecánico utilizando estrategias adecuadas al nivel y la frecuencia de la fuente, como tener superficies resistentes a la abrasión, piezas reemplazables o lubricantes. Por ejemplo, las articulaciones humanas como los hombros y las rodillas se mueven entre sí todo el día, todos los días. Para proteger del desgaste mecánico, un lubricante reduce la fricción entre el cartílago y la articulación.
Proteger de la pérdida de líquidos
El agua es esencial para la vida. Los líquidos, principalmente agua, constituyen del 70 al 90 % de todos los sistemas vivos, y la pérdida de incluso un pequeño porcentaje puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Los sistemas vivos deben mantener un equilibrio de líquidos adecuado, lo cual es especialmente difícil en condiciones secas. Para hacerlo, deben controlar el movimiento de líquidos a través de sus límites. Los sistemas vivos hacen esto usando estructuras o materiales impermeables para prevenir o retardar el movimiento de líquidos. Por ejemplo, cuando los humanos reciben un corte, deben limitar la pérdida de sangre. Dispersas por todo el torrente sanguíneo hay estructuras en forma de lente que sirven para tapar la herida.
Proteger del exceso de líquidos
Si bien el agua es esencial para la vida, demasiada agua u otros líquidos pueden abrumar los sistemas vivos. El exceso de líquidos puede, por ejemplo, disminuir el acceso de un sistema vivo al oxígeno, promover el crecimiento excesivo de bacterias u hongos, o eliminar la tierra y los nutrientes. Para evitar la acumulación de líquidos en exceso, los sistemas vivos deben controlar el movimiento de los líquidos a través de sus límites o superficies. Lo hacen utilizando materiales o estructuras impermeabilizantes, ralentizando el flujo y/o facilitando el flujo para alejar el líquido. Las hojas de las plantas, por ejemplo, suelen tener superficies cerosas compuestas de productos químicos que repelen el agua para evitar que el agua llene las hojas o facilite el crecimiento de bacterias y hongos.