El nervio craneal trigémino de la trucha arcoíris les ayuda a detectar campos magnéticos al contener fibras nerviosas magnetosensibles.

“En 1997, los primeros magnetorreceptores conocidos, que vinculan directamente la magnetita con las conexiones neuronales y la actividad, se encontraron en vertebrados. Un equipo de zoólogos de la Universidad de Auckland, dirigido por el Dr. Michael Walker, había estado estudiando este misterioso sentido en la trucha y sabía que una región de su cráneo contenía magnetita.

“Al registrar la actividad neuronal de esa región, descubrieron que un subgrupo específico de fibras nerviosas dentro de una rama del nervio craneal trigémino llamado nervio ros V se activaba en respuesta a los cambios en el campo magnético circundante. También encontraron magnetita en una capa de tejido directamente debajo de los órganos olfativos (olor) de la trucha. Cuando inyectaron un tinte de color en las fibras magnetosensibles recién expuestas del nervio ros V, el tinte reveló que las fibras terminaban y se ramificaban alrededor de las células que contenían magnetita dentro del tejido olfativo de la trucha”. (Shuker 2001: 46)

Última actualización 18 de agosto de 2016