Adaptar el fenotipo
Los sistemas vivos evolucionan con el tiempo en respuesta a presiones selectivas. Las presiones selectivas son factores ambientales que reducen el éxito reproductivo de algunos individuos en una población. La composición genética (genotipo) es una forma en que los sistemas vivos mitigan las presiones selectivas, pero otra son los fenotipos adaptables. Un fenotipo es una característica observable que puede considerarse como la expresión del genotipo, combinado con modificaciones causadas por el medio ambiente o las condiciones de desarrollo. Los individuos, poblaciones o ecosistemas que tienen fenotipos capaces de reducir los efectos de las presiones selectivas pueden sobrevivir. Algunas plantas, por ejemplo, modifican la forma de sus hojas en respuesta a las condiciones ambientales cambiantes. Un solo olivo tiene formas de hojas variables en las áreas soleadas en comparación con las áreas sombreadas del árbol, sin embargo, al año siguiente, esos mismos brotes pueden desarrollar hojas de formas diferentes.
Proteger de la temperatura
Muchos sistemas vivos funcionan mejor dentro de rangos de temperatura específicos. Las temperaturas superiores o inferiores a ese rango pueden afectar negativamente los procesos fisiológicos o químicos de un sistema vivo y dañar su exterior o interior. Los sistemas vivos deben manejar temperaturas altas o bajas utilizando un mínimo de energía, lo que a menudo requiere respuestas de control a lo largo de los cambios de temperatura incrementales. Para hacerlo, los sistemas vivos utilizan una variedad de estrategias, como evitar las temperaturas altas o bajas, eliminar el exceso de calor y retener el calor. El aislamiento es un ejemplo bien conocido de cómo controlar las bajas temperaturas reteniendo el calor usando capas gruesas de cabello, piel , o plumas para mantener el aire caliente junto a la piel.
Mantener la homeostasis
Cuando un sistema vivo está en homeostasis, significa que las condiciones internas son estables y relativamente constantes. Por ejemplo, la temperatura interna de un ser humano es de aproximadamente 37 grados Celsius (98.6 grados Fahrenheit) a menos que haya una enfermedad. El cuerpo humano mantiene esta temperatura a pesar de la temperatura ambiente externa. Sin embargo, como ocurre con todos los procesos fisiológicos, mantener la homeostasis requiere comunicación y coordinación. Entonces, los sistemas vivos tienen formas de detectar cambios de la norma, mecanismos para provocar un ajuste y conexiones de retroalimentación negativa entre los dos. Un lagarto del desierto llamado monstruo de Gila ofrece un buen ejemplo de mantenimiento de la homeostasis. El lagarto pasa de comer comidas copiosas a ayunar durante largos períodos de tiempo. Para mantener sus niveles de azúcar en la sangre a un nivel constante, cuando la comida escasea, su sistema endocrino libera una hormona que eleva sus niveles de azúcar en la sangre.