Las hojas de las coníferas protegen de la sequía, la nieve y el frío mediante el empleo de elementos de diseño únicos, que incluyen una forma de aguja, cáscaras cerosas gruesas y poros colocados en surcos profundos en las agujas.

“Algunas especies de árboles, incluso fuera de los climas templados de los trópicos, logran producir una especie de hoja que puede sobrevivir tanto a la sequía como al frío. Las coníferas lo hacen. A muchos de ellos les crecen ramas que, en lugar de elevarse hacia el cielo, se inclinan suavemente hacia abajo. En consecuencia, la nieve tiende a deslizarse y no se acumula en grandes cargas que puedan romperlas. Sus hojas no son planas y anchas sino en forma de aguja. Tienen una corteza cerosa gruesa, muy poca savia congelable y poros que se encuentran en el fondo de un surco profundo que corre a lo largo de la aguja”. (Attenborough 1995: 88-89)

Última actualización 18 de agosto de 2016