Administrar compresión
Cuando un sistema vivo está bajo compresión, hay una fuerza que lo empuja, como una silla con una persona sentada en ella. Cuando se aplica uniformemente a todos los lados de un sistema vivo, la compresión da como resultado una disminución del volumen. Cuando se aplica en dos lados, da como resultado una deformación, como cuando se empuja en dos lados de un globo. Esta deformación puede ser temporal o permanente. Debido a que los sistemas vivos deben conservar su forma más eficiente, deben asegurarse de que cualquier deformación sea temporal. El manejo de la compresión también brinda la oportunidad de disminuir los efectos de otras fuerzas. Los sistemas vivos tienen estrategias para ayudar a prevenir la compresión o recuperarse de ella, mientras mantienen su función. Por ejemplo, los elefantes africanos adultos pesan entre 4,700 y 6,048 kilogramos. Debido a que deben soportar todo ese peso en sus cuatro patas, los tejidos de sus patas tienen características que permiten que la compresión absorba y distribuya las fuerzas.
Evitar pandeo
Cuando un sistema vivo se comprime hasta el punto de causar daños estructurales, se produce el pandeo. Por ejemplo, si una persona empuja hacia abajo la parte superior o el costado de un vaso de papel, la pared del vaso eventualmente cederá o se doblará. Aunque un sistema vivo podría agregar material para fortalecer una estructura, esto requiere gastar una energía preciosa. En su lugar, debe utilizar la energía y los materiales de forma conservadora para evitar el pandeo, reforzando las estructuras mediante la colocación cuidadosa de los materiales para resistir, absorber o desviar las fuerzas de compresión. Por ejemplo, en lugar de un tallo largo y tubular, algunas plantas como el bambú tienen nudos más fuertes dispersos a lo largo de sus tallos. Cuando se comprimen, estos nodos evitan que los vástagos redondos adquieran una forma ovalada que debilita la estructura y podría provocar pandeo.