Los tallos de las euforbias protegen del calor y la sequía a través de su dura superficie cerosa.

“En el suelo a su alrededor crecen numerosas plantas gordas, espinosas y sin hojas que cualquier no botánico podría ser perdonado por llamar, sin dudarlo e incluso tal vez con cierto orgullo por su experiencia, cactus. Solo si están en flor podrías sospechar que no lo están. Entonces, un botánico se daría cuenta de que el número de pétalos y anteras es bastante diferente al de los cactus. Estas son euforbias, miembros de una de las más grandes de todas las familias de plantas con flores con más de siete mil especies. En Europa, sus representantes comunes son el mercurio del perro y el tártago. En América del Sur, las euforbias se convierten en árboles y arbustos, entre ellos el árbol del caucho y la yuca. En los bosques africanos, sus miembros incluyen el arbusto de aceite de ricino. Y en los desiertos africanos se vuelven similares a los cactus... La familia de los cactus es, de hecho, exclusivamente estadounidense, con cientos de especies diferentes que crecen en los desiertos desde Canadá hasta Chile. La razón por la que los miembros de estas dos familias se parecen tanto es que condiciones similares de calor y sequía han estimulado la misma respuesta física. Ambos abandonan prematuramente sus hojas, ya que éstas inevitablemente pierden mucha agua, y ambos realizan su bajo la dura superficie cerosa de sus tallos que son verdes con . Ambos almacenan agua en un baúl hinchado con forma de columna. Y ambos defienden esa agua de los ladrones blindando sus baúles con afiladas espinas”. (Attenborough 1995: 272-275)

Última actualización 25 de octubre de 2016