Mover en/sobre sólidos
Para obtener los recursos necesarios o escapar de los depredadores, algunos sistemas vivos deben moverse sobre sustancias sólidas, algunos deben moverse dentro de ellas y otros deben hacer ambas cosas. Los sólidos varían en su forma; pueden ser suaves o porosos como las hojas, la arena, la piel y la nieve, o duros como la roca, el hielo o la corteza de los árboles. El movimiento puede involucrar a todo un sistema vivo, como un avestruz corriendo por el suelo o una lombriz de tierra excavando en el suelo. También puede involucrar solo una parte de un sistema vivo, como un mosquito que introduce sus piezas bucales en la piel. Los sólidos varían en suavidad, pegajosidad, contenido de humedad, densidad, etc., cada uno de los cuales presenta diferentes desafíos. Como resultado, los sistemas vivos tienen adaptaciones para enfrentar uno y, a veces, múltiples desafíos. Por ejemplo, algunos insectos deben ser capaces de agarrarse a superficies de hojas ásperas y resbaladizas debido a la diversidad de su entorno.
Modificar velocidad
Modificar la velocidad o la magnitud de la velocidad es importante para algunos sistemas vivos porque les permite controlar su movimiento para acceder a los recursos, escapar de los depredadores y más. Modificar la velocidad requiere no solo vencer la inercia, sino también minimizar la energía necesaria para realizar el cambio. Por lo tanto, los sistemas vivos tienen estrategias para cambiar con seguridad de rápido a lento o de lento a rápido. Un ejemplo es un ave llamada martín pescador, que agiliza su cuerpo y sus plumas para pasar rápidamente de flotar sobre el agua a sumergirse en el aire y sumergirse en el agua. Una vez en el agua, el martín pescador reduce la velocidad extendiendo las alas para evitar sumergirse demasiado profundo.