Sentido del tacto y fuerzas mecánicas en un sistema vivo
Percibir el tacto permite que los sistemas vivos detecten otros sistemas vivos a su alrededor y las condiciones ambientales, como el movimiento del aire, las corrientes de agua y la temperatura. Esta habilidad puede ayudarlos a sentir el peligro y la oportunidad, como cuando los pelos de un atrapamoscas de Venus detectan la presencia de un insecto para comer. A veces, un sistema vivo siente el tacto o las fuerzas mecánicas en una escala gruesa; otras veces, a una escala sensible que detecta diferencias muy sutiles. Por ejemplo, un codo humano no es tan sensible a las texturas como las yemas de los dedos humanos. Las yemas de los dedos tienen crestas dérmicas y muchas terminaciones nerviosas que aumentan la sensibilidad, lo que les permite explorar el entorno de manera detallada. Los codos no necesitan sentir a ese nivel de detalle.
Adaptar comportamientos
El entorno cambia constantemente y si los sistemas vivos no pueden adaptarse a estos cambios, no sobrevivirán. Los cambios ambientales pueden ser cíclicos, como las estaciones, repentinos, como las inundaciones o los incendios forestales, o graduales pero a largo plazo, como los ecosistemas que pasan de etapas tempranas a maduras. Estos cambios requieren cierta flexibilidad en las respuestas conductuales para adaptarse a las condiciones específicas. Por ejemplo, mientras nada un pez llamado lamprea, se enfrenta constantemente a cambios en las corrientes. Los sensores de piel lo ayudan a detectar esos cambios y ajustar su movimiento en consecuencia.
Gestionar la turbulencia
Una fuerza turbulenta ocurre cuando el aire o el agua crean un movimiento caótico o irregular. La fuente puede ser cosas como el viento, las olas y los remolinos causados por obstrucciones al flujo de aire o agua (como el creado por una roca en un arroyo). Debido a que la fuerza es irregular, actúa de manera impredecible en múltiples partes de un sistema vivo en un momento dado, disminuyendo la eficiencia del sistema vivo. Las estrategias utilizadas para manejar la turbulencia incluyen amortiguar la cantidad de turbulencia, tener flexibilidad para manejar cambios repentinos y hacer ajustes rápidos. Un ejemplo es la mucosidad de los organismos acuáticos, como los tiburones barracuda, que pueden reducir la fricción turbulenta del agua de mar en un 66 %. Al hacerlo, disminuye la resistencia y aumenta la eficiencia de natación de los tiburones.
Mover en/sobre Líquidos
El agua no solo es el líquido más abundante en la tierra, sino que es vital para la vida, por lo que no sorprende que la mayoría de la vida haya evolucionado para prosperar sobre y debajo de su superficie. Moverse eficientemente dentro y sobre esta sustancia densa y dinámica presenta desafíos y oportunidades únicos para los sistemas vivos. Como resultado, han desarrollado innumerables soluciones para optimizar la resistencia, utilizar la tensión superficial, ajustar la flotabilidad y aprovechar varios tipos de corrientes y dinámicas de fluidos. Por ejemplo, los tiburones pueden deslizarse por el agua al reducir la resistencia debido a su forma aerodinámica y las características especiales de su piel.