Un hueso metacarpiano de un caballo evita la debilidad estructural causada por un agujero a través de una microestructura que dispersa el estrés.

Las cebras, los caballos y otras especies equinas ejercen una presión considerable sobre los huesos centrales del antepié, particularmente el tercer metacarpiano, con una fuerza notable a pesar de tener agujeros para que pasen los vasos sanguíneos. La presencia de un orificio (o foramen) en un elemento estructural ofrece el potencial para que actúe como un sitio de concentración de tensión e inicio de grietas, sin embargo, estos foramen no debilitan el hueso ni actúan como sitios de inicio de fractura. Por lo tanto, el foramen en el tercer metacarpiano de las especies equinas ha sido de interés para los ingenieros para aprender a diseñar aberturas en las estructuras de manera que se eviten las grietas.

Las características clave que los investigadores han encontrado que minimizan el agrietamiento en estos sitios son:

  • su ubicación en regiones que experimentan predominantemente compresión
  • su forma elíptica, en lugar de redonda, orientada paralela al eje longitudinal del hueso y las líneas de fuerza
  • el "ablandamiento" de la discontinuidad del material por una mayor adaptabilidad del tejido que rodea la abertura que desplaza las tensiones máximas lejos del borde del foramen
  • un anillo de mayor rigidez que refuerza el foramen a cierta distancia de él para absorber las tensiones desplazadas hacia adentro desde el borde del foramen dócil.

Muchas estructuras hechas por el hombre, como las alas de los aviones, necesitan agujeros para acomodar cables, líneas de combustible o elementos del sistema hidráulico. Por lo tanto, la inspiración del diseño de agujeros en los huesos podría tener una amplia aplicación.

 

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Imagen: Jurek Durczak /
Última actualización 14 de septiembre de 2016