Proteger de los animales
Los animales, organismos que van desde microscópicos hasta más grandes que un autobús, encarnan una amplia variedad de daños a los sistemas vivos, incluidos otros animales. Amenazan a través de la depredación, la herbivoría, la defensa, y el parasitismo y competen por recursos como el agua, los nutrientes y el espacio. Cualquier organismo vivo comúnmente enfrenta amenazas de una variedad de animales, lo que requiere estrategias que se defiendan de manera efectiva de cada uno. La trucha y otros peces óseos, por ejemplo, escapan de los depredadores al tener escamas hechas de huesos muy delgados, en forma de escamas, cubiertos con una mucosidad resbaladiza. También tienen estrategias de comportamiento como camuflaje, natación rápida y giros y vueltas para lograr liberarse de las garras de un depredador.
Enviar señales químicas (olor, sabor, etc.)
Los sabores, los olores y las hormonas son señales químicas que pueden flotar en el aire o el agua, o aplicarse a superficies sólidas. Los productos químicos son importantes para la señalización y la comunicación; incluso los humanos, con nuestro sentido del olfato subdesarrollado, están más influenciados por las sustancias químicas de lo que nos damos cuenta. Las señales químicas a menudo son específicas del sistema vivo destinado a recibirlas y, a menudo, son relativamente débiles y se dispersan al moverse a través de líquidos o gases. Para garantizar que las señales químicas alcancen su objetivo, los sistemas vivos crean señales químicas y métodos de dispersión únicos. Un ejemplo es una orquídea que es polinizada por escarabajos peloteros y, por lo tanto, distribuye un aroma con olor a estiércol para atraerlos.