Manejar disturbios en una comunidad
Cuando las condiciones ambientales cambian, pueden alterar el equilibrio de un ecosistema. La lluvia excesiva puede causar inundaciones y la sequía puede provocar incendios forestales. Un ecosistema debe ser resistente a tales perturbaciones. Las perturbaciones son impredecibles en cuanto a ubicación, tamaño e intensidad, por lo que los ecosistemas deben poder volver a crecer y deben tener una variedad de formas, procesos o sistemas duplicados que se encuentran dispersos en la ubicación. Por ejemplo, un ecosistema forestal puede recuperarse de un incendio porque diversos organismos desempeñan diferentes funciones de diferentes maneras y en diferentes lugares. Muchos organismos pueden rebrotar o crecer a partir de semillas provocadas por el fuego, y su distribución dispersa garantiza que no se diezme a toda una población. Aunque el ecosistema recuperado puede verse totalmente diferente al anterior al incendio, el ecosistema en su conjunto permanece saludable.
Control Biológico de Poblaciones, Plagas, Enfermedades
Un ecosistema debe evitar la superpoblación de cualquier especie dentro de él, así como la propagación de plagas y enfermedades, para permitir que los organismos sobrevivan sin amenazar con el exterminio de otros organismos o ecosistemas. Para controlar plagas y enfermedades, los sistemas vivos utilizan estrategias tales como desarrollar anticuerpos y matar o repeler plagas u organismos que causan enfermedades. Los ecosistemas tienen frenos y contrapesos para mantener poblaciones, plagas y enfermedades. Por ejemplo, en un lago, el equilibrio de depredadores, presas y nutrientes es crucial para el correcto funcionamiento del ecosistema. Los peces depredadores mantienen bajo el número de presas más pequeñas, lo que a su vez mantiene bajo control a las poblaciones de zooplancton que se alimentan de algas. Cuando los niveles de cualquiera de estos organismos cambian, el cambio puede alterar la salud de todo el ecosistema.
Mantener la biodiversidad
Cuanto mayor sea la cantidad de variación genética y de especies en un ecosistema, más resistente será ese ecosistema a las perturbaciones. La variación en los ecosistemas de la Tierra también contribuye a la resiliencia de la Tierra ante cambios impredecibles. Esta variación se llama biodiversidad. Debido a que los sistemas vivos compiten entre sí por los escasos recursos, mantener la biodiversidad implica crear condiciones para que una gran variedad de especies coexistan y se reproduzcan con éxito. Por ejemplo, dentro de un humedal existen diferentes tipos de vegetación. Esta diversidad da como resultado un mosaico complejo de microambientes a medida que los tipos de vegetación alteran los flujos de aire, los regímenes de luz y la temperatura y la química del agua. Debido a que los organismos varían en sus condiciones ambientales ideales, estos microambientes aumentan la diversidad de plantas en el humedal. A su vez, tener un humedal en un área seca aumenta la biodiversidad a una escala aún mayor.