Sentido del tacto y fuerzas mecánicas en un sistema vivo
Percibir el tacto permite que los sistemas vivos detecten otros sistemas vivos a su alrededor y las condiciones ambientales, como el movimiento del aire, las corrientes de agua y la temperatura. Esta habilidad puede ayudarlos a sentir el peligro y la oportunidad, como cuando los pelos de un atrapamoscas de Venus detectan la presencia de un insecto para comer. A veces, un sistema vivo siente el tacto o las fuerzas mecánicas en una escala gruesa; otras veces, a una escala sensible que detecta diferencias muy sutiles. Por ejemplo, un codo humano no es tan sensible a las texturas como las yemas de los dedos humanos. Las yemas de los dedos tienen crestas dérmicas y muchas terminaciones nerviosas que aumentan la sensibilidad, lo que les permite explorar el entorno de manera detallada. Los codos no necesitan sentir a ese nivel de detalle.