Proteger de los animales
Los animales, organismos que van desde microscópicos hasta más grandes que un autobús, encarnan una amplia variedad de daños a los sistemas vivos, incluidos otros animales. Amenazan a través de la depredación, la herbivoría, la defensa, y el parasitismo y competen por recursos como el agua, los nutrientes y el espacio. Cualquier organismo vivo comúnmente enfrenta amenazas de una variedad de animales, lo que requiere estrategias que se defiendan de manera efectiva de cada uno. La trucha y otros peces óseos, por ejemplo, escapan de los depredadores al tener escamas hechas de huesos muy delgados, en forma de escamas, cubiertos con una mucosidad resbaladiza. También tienen estrategias de comportamiento como camuflaje, natación rápida y giros y vueltas para lograr liberarse de las garras de un depredador.
Proteger de productos químicos
Los productos químicos están en todas partes en los cuerpos de los organismos vivos y sus entornos externos. Si bien la mayoría de los productos químicos son valiosos o benignos, algunos son tóxicos, incluidos los que se usan para la defensa (como la mucosidad que protege al pez payaso de los tentáculos punzantes de una anémona). Incluso los productos químicos naturales, como el arsénico, deben gestionarse para reducir su impacto. Algunos sistemas vivos tienen estrategias para descomponer las sustancias químicas nocivas, alterarlas en formas menos tóxicas, evitar físicamente que las sustancias químicas dañen los tejidos sensibles y más. Por ejemplo, algunos mamíferos herbívoros pueden digerir compuestos tóxicos en las plantas porque tienen una enzima particular que les ayuda a procesar compuestos de plantas venenosas.