Detectar la luz (espectro visible) del entorno
Los sistemas vivos reciben constantemente señales de su entorno que les ayudan a sobrevivir. La luz (en el espectro visible) puede provenir de otros sistemas vivos (como las luciérnagas) o de fuentes no vivas (como el sol). La supervivencia a menudo depende de detectar y responder a desafíos como condiciones de poca luz o luz que ha sido alterada de alguna manera. Debido a que la supervivencia básica está en juego, los sistemas vivos deben sobresalir para enfrentar esos desafíos. Un fenómeno bien conocido es cómo el agua desvía la luz. Una cigüeña que intenta atrapar un pez bajo el agua puede compensar este efecto de flexión para que cuando golpee al pez, tenga buenas posibilidades de atraparlo.
Sentido del tacto y fuerzas mecánicas en un sistema vivo
Percibir el tacto permite que los sistemas vivos detecten otros sistemas vivos a su alrededor y las condiciones ambientales, como el movimiento del aire, las corrientes de agua y la temperatura. Esta habilidad puede ayudarlos a sentir el peligro y la oportunidad, como cuando los pelos de un atrapamoscas de Venus detectan la presencia de un insecto para comer. A veces, un sistema vivo siente el tacto o las fuerzas mecánicas en una escala gruesa; otras veces, a una escala sensible que detecta diferencias muy sutiles. Por ejemplo, un codo humano no es tan sensible a las texturas como las yemas de los dedos humanos. Las yemas de los dedos tienen crestas dérmicas y muchas terminaciones nerviosas que aumentan la sensibilidad, lo que les permite explorar el entorno de manera detallada. Los codos no necesitan sentir a ese nivel de detalle.
Detectar el sonido y otras vibraciones del entorno
Para los sistemas vivos, la detección del sonido y otras vibraciones es importante para comunicar y detectar las condiciones dentro de su entorno. Los sistemas vivos deben ubicar la fuente de una señal para poder moverse hacia ella (como cuando es comida o una pareja potencial) o alejarse de ella (como cuando es un depredador). Para provocar una respuesta adecuada, los sistemas vivos deben detectar estas señales, reconocer su amplitud o volumen (que a veces es muy bajo) y determinar su dirección. Los sistemas vivos deben estar sintonizados con las señales relevantes para ellos y ser capaces de distinguirlos de los sonidos irrelevantes para evitar gastar energía innecesaria. Por ejemplo, las orejas de los búhos están colocadas asimétricamente. Esto les permite detectar sonidos con mayor precisión, lo que les ayuda a localizar presas pequeñas por la noche y evitar desperdiciar energía persiguiendo sonidos irrelevantes.
Sentir las condiciones atmosféricas
Para algunos sistemas vivos, la capacidad de detectar cambios en las condiciones atmosféricas puede ser muy valiosa. Al predecir cambios en el clima regional o en condiciones muy localizadas, los sistemas vivos pueden evitar o aprovechar esos cambios. Dado que tales ajustes pueden ser muy sutiles, los sistemas vivos deben poder detectar variaciones minúsculas en la humedad, la presión barométrica, los iones en el aire y otras señales ambientales. Muchos insectos y pájaros, por ejemplo, pueden predecir las tormentas que se avecinan y ponerse a cubierto antes de que sus vidas corran peligro.