Las bacterias se unen al tomar decisiones basadas en sus propias decisiones y en las decisiones de todas las bacterias.

Introducción

¿Alguna vez, mirando tu GPS, te has preguntado cuál es el camino más eficiente para llegar a donde quieres ir? Las bacterias están constantemente descubriendo esta respuesta, sin la ayuda de un dispositivo de navegación. ¿Cómo lo hacen? Adivinando y comprobando mediante las decisiones buenas y malas que están tomando las demás bacterias, además de una capacidad de adaptación inusual sobre si siguen a la masa o a sus propios instintos.

La estrategia

Muchos pájaros, peces y otros animales viajan en grupo. En estos grupos, los individuos recaudan información de los demás y del ambiente, lo que les permite viajar como un grupo unificado en vez de como individuos a la deriva. Generalmente esto les favorece, ya que como grupo encuentran comida, consiguen protección de depredadores y minimizan la energía que gastan al moverse de un lugar a otro. Sin embargo, si un individuo malinterpreta las señales del ambiente sobre qué dirección y qué camino es más favorable, no solo le afecta a ese individuo sino que a los demás también.

Esta primera simulación ilustra cómo las bacterias navegan hacia las condiciones deseables cuando solo tienen en cuenta sus propios sentidos y el entorno.

Esta simulación ilustra cómo las bacterias navegan hacia las condiciones deseables cuando tienen en cuenta no solo sus propios sentidos y el entorno, sino también las posiciones de otras bacterias.

Cuando organismos más sofisticados como los pájaros y los peces se mueven en grupo, usan sus cerebros para procesar grandes cantidades de información relacionada con la posición de los organismos a su alrededor. Esta información es utilizada para decidir hacia dónde moverse. Las bacterias parecen evitar la mala interpretación de señales, ya que siguen reglas más simples que los organismos más complejos. Las bacterias cambian sus respuestas de acuerdo al aumento de concentración de químicos que las atraen en la dirección en la que están viajando. Si no hay aumento en la concentración del químico las bacterias responden a la dirección y al movimiento de las demás bacterias a su alrededor. Sin embargo, si se mueven hacia una dirección verdaderamente favorable, le prestan menos atención a las demás y más atención a sus propios instintos. A través de un modelo computacional, podemos ver que esta habilidad de cambiar las “reglas del movimiento” dependiendo de las circunstancias verdaderamente conlleva a consecuencias positivas para todos los organismos (y con reglas mucho menos complejas).

Las estrategias que utilizan las bacterias podrían ser aplicadas para mejorar la gestión de proyectos y procesos de trabajo, así como otras actividades de etapas múltiples que pueden beneficiarse de correcciones usando información recaudada durante el proceso. 

Las posibilidades

La capacidad de usar simples reglas para encontrar condiciones favorables tiene múltiples aplicaciones. Por un lado, ya está siendo usada para brindarles protocolos de movimiento a algunos robots, de forma que puedan considerar condiciones ambientales además de las instrucciones preprogramadas para alcanzar un objetivo. Aunque estas aplicaciones se relacionan más evidentemente con el movimiento, es posible que estas reglas también puedan ser usadas en otro tipo de “decisiones” robóticas: cuándo usar ciertas herramientas, cómo reaccionar a cambios meteorológicos o a la presencia de otros organismos u otros factores en el ambiente. Además, las estrategias que utilizan las bacterias podrían ser aplicadas para mejorar la gestión de proyectos y procesos de trabajo, así como otras actividades de etapas múltiples que pueden beneficiarse de correcciones usando información recaudada durante el proceso.

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Última actualización 14 de septiembre de 2016